martedì, settembre 09, 2014

Defenestro

Vamos a decir en esta noche, en esta noche de luna, vamos a decir en esta noche de luna llena, eso, eso que nunca nunca se dice.

¿Cómo? ¿Si dijo que todo está dicho?
Para decirlo, un monje tuvo que soñar con un ancla, esto en cambio, no sueña, no quieres. No quieres y sueña, sólo. Sus amigos son extraños: un río que enrojece, ese perro mojado, en la playa, el orificio que dejó esta bala, perdida, una chica de nombre Olvido que todas las noches hacía el amor con Lucio encima de mi habitación.
La luna, para ti, es cosa del pasado. Para ti la luna es eso que aguantas por un rato, breve, entre polvos blancos y cerveza. Es muda para ti, aunque cambie a tu niño por un sicario. Claro, la luna no es para ti.
¿Y el sol? Habría que decir porque, pero tampoco el sol. Eso no distingue, como hipócrita quizá se te asemeja, nada más.
¿Qué decir del mar? Que se lo llevó todo.
¿Y la tierra? Ahí te yergues, pero es extraño porque hueles a benzina.
El árbol nos recibe, mejor, mejor que tú, y que tú, y que tú también, pero aborta pequeños nombres en hojas de papel. Niega sus frutos.
El ave en cambio te canta. Lástima. Tú cantas mejor que ella.

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