domenica, agosto 16, 2015

La edad del sol


Supongo se habrá escrito ya mucho sobre ella. Tánta tinta.
Supongo que nos alumbra a todas, que dona la desgracia, que irrumpe en las fiestas.
Ya no sé para qué se llena la boca.
Si sólo permanecen los gatos y eso es decir demasiado.

Mejor la noche convenida, la aureola y el macadam.
Mejor la que pregunta, la condena y el mar.
Gigante roja luego enana blanca y darle nombre a todas las estrellas
para luego olvidarse de ellas.
Entre los ecos de los pasillos, las inscripciones sin remedio
y otras profecías del polvo.
Y entre tantos brillantes aburridos  ya no sé para qué se llena la boca,
calculada lucecita,
de la palabra enmohecida vieja como el sol,
si al final
lo dejará morir entre tocadiscos sin agujas,
cubiertos de alpaca, calendarios amarillos,
protectores para incontinencia y sus fríos regazos arrugados,
en aquél cuartucho de azotea con puerta verde de metal,
los goznes oxidados y rancio
por dentro.

Ojalá al menos supernova.
Hoyo negro,
luego.




sabato, agosto 15, 2015

Donde nadie sabe de mi


Allí el vuelo.
Un vuelo más bien aterrado y nada metafísico. Un vuelo discreto hasta el arrastre. Yendo al ensayo, de regreso a los gatos o de vuelta al congal, hacia el otra vez y el hervidero. Un día normal. Buscando un consultorio o un vestido vacío, un silencio en medio de tanto combustible rugir o la palabra precisa para una situación desesperada.
Total, no importa de dónde venga o a dónde valla; siempre que llego (si llego), apesto. Me huelen sobre todo los pantalones, pero también las mangas y el cuello de las camisas; me huelen me huelen las pupilas, las clavículas, los pulmones y desde luego todas pero todas las conjuntivas; me huelen las renuncias, los adelantos, los pagarés; las necesidades básicas de perdón y olvido.
Luego entonces nunca falta cuando llego (si llego), una princesa que olfateando tan alado desengaño, me tuerza en la cara la nariz.
Pero princesa de la nariz de porcelana, créeme, no huelo yo.
Es sólo que cuando voy pasando se me van pegando microscópicos todos los hollines, se me adhiere el hastío de todos los escapes, las volátiles fecales de las horas pasadas por nadie; las orejas inflamadas; el halitoso aliento que emerge de las fauces de tu ciudad. 
Por fortuna sé (sólo yo por desgracia), aquello que husmeo deslizando en el toser del ronroneo: a veces jazmín, de una imprenta la tinta fresca, levadura, golondrinas, y los perfumes sin precio de una ciudad en donde todo, nadie sabe, ya está vendido.

giovedì, agosto 06, 2015

Suaves cuántos abiertos



Tras la ruina cada vez
manifiesto y voluntad

de verdad voluntad:
una riña entre dos gatos.

De verdad solo
corte
desgarre sin cuidado la sustancia

y jirones
de pulpa
los amores auténticos todos
y el punto y el aparte desgarre 
punto

sólo entonces verdad.

de verdad
Así
se descosen tus medias tintas,
de maniquí tus ojos rasgados la implacable

serenidad de tu impostura

Tras cada nombre tuyo siete
siete y soy

andrajo.

Un largo y lento dedo detrás de cada caricia.
Y así una uña tras cada dedo y detrás
una garra
y tras cada garra el clavel que de dolor un cúmulo

reboza y bebe.

Y entonces

Quién calma el corte
abrupto y fino

y su sonrisa otra vez 
peregrina

¡Hay Olvido!

“perdida
elasticidad de pulmón”

Jueves es hoy
 de fiesta.