martedì, aprile 28, 2015

Vèrtigo y Vino


Tras tanto tristear
quisiéramos
tornarnos ya no digo menos taciturnos
menos trinitotoluenos.
Sólo quizàs Metafísicos.

Pero no.
Por coño y gracia de la difunta Dorotea
incluso si hemos de ser metafísicos
Hemos críticos de serlos.

Por eso
no sin alegría
sin verticalidad
no nos comemos esos pays que dicen que lo que se dice es lo que uno es.
En verdad os digo que un falso ve tantas mentiras cuantas verdades
que un mendigo ve tanta riqueza cuánta povertá
Y que incluso un loco
Reconoce
la cordura.


Por ejemplo,
allí el poeta sabía que debía de terminar.
Sin embargo,
Por maña o por vicio o por gula o por bien ternura
Continua.
Diciendo ahora que sólo hay una cosa que lo enfurezca más que la tontería
Y que esa sola cosa sea la del hacerse el tonto
Como él.
Que no se hace el tonto sì no lo es.

Y mientras
La envidia que tanto nos disgusta
Ay tan impresentable!
Tan reconocimiento de la propia inferioridad.
Porque también en verdad os digo que hoy nada pero nada en el mundo es más despreciable que el sentirse diminutos.
Que el sentirse menos, que el admirar de verdad.
Eso,
(sí sé por que)
eso es algo que simplemente no podemos soportar.

Si admiramos, lo hacemos siempre desde aquella distante
y voluntariosa certeza
de que aquello es algo que o bien no queremos
o bien podríamos, nosotros, eventualmente
hacer también.
Pero disculpen si me río.
No soy nada más que un diminuto,
Un pequeño,
Un voraz y persistente
Un muy atolondrado
Esculpidor de aires
Onanista.

¿Quién fue?
¿Valery?
¿El que dijo que lo más difícil es saber cuándo es la hora de terminar?

Mientras,
Cruje la nieve bajo las botas
Entre los dientes
El frío
Del rechinar polímero del hielo
Macabrón chirrido de viejas moradas
y de la presunta santidad de las arenas.

Menos mal que queda siempre el lugar común
Que no todas las gatas son pardas
Y que el peor puerco
Si señor se lleva
Ay Diosito se lleva
la mejor
la más rechoncha
la más rechula
la más pachoncha y menos pacheca se lleva
a la más mazorca.