martedì, luglio 24, 2012

OBRAS SIN NOMBRE…


Reflexiones sobre M: Marcha, Movimiento, Milagro, Multiplicidad, Mèxico y Macbeth.


M. Una obra sin nombre, un país sin nombre, un milagro sin nombre, una revoluciòn sin nombre. La mañana es propicia. Allà afuera el sol brilla y enormes nubes blancas juegan al contrapunto con el azul del cielo, sin embargo aquí, adentro, por dentro, estoy lleno de alacranes.

Sueño que la Manifestación de hoy es un bosque, que el bosque de Birnan camina en la oscuridad, que suben los pinos al monte de Dunsinane. Luego, El Milagro. Llegamos suficientemente temprano. El gentil encargado nos pregunta si tenemos reservación, por supuesto que no. Lo màs que puede hacer por nosotros es dejarnos en el último lugar de una larga lista de espera, en ella inscribe nuestros nombres, impronunciables, incorrectos.
Hay mucha gente y màs gente sigue llegando. Asì pues, buscamos consuelos en dulces fantasìas detrás de la barra , leemos, esperamos. Llaman nombres pero nunca los nuestros y poco a poco perdemos la esperanza sin desesperar.  Ocupados en imaginar, no nos movemos de un foyer que espuma de belleza, de crema y nata, de nombres grandes y pequeños. De improviso, un viejo sufre un malestar, tiene que irse, tiene un boleto. Despacio, con cercana parsimonia, con una claridad que contrasta con la expectación agolpada en el aire, escucho terso resonar el sonido de mi nombre.

El espacio de El Milagro està vacìo: black box. Solamente dos hileras de sillas se enfrentan como en un estadio, como en un campo de juegos. Se cierran las puertas, las luces se apagan de golpe. Desde el seno oscuro nacen murmullos, voces luego. La llama de una vela enciende la sorpresiva presencia de los actores. Pausa. Un amigo, que ya no quiere ser mi amigo, utiliza una bella cuanto desafortunada metáfora vertical para explicar lo que estaba por suceder: entonces, descendiò el teatro. Descendiò o manò desde las profundidades, o mejor, se construyò en el espacio de un “entre”, en la distancia tensa entre seres comprometidos con estar en la relaciòn. A veces intersticio, a veces abismo, otras veces, quizàs, comuniòn, la relación es siempre relaciones, concatenamientos: actriz-actor-frìo-pavimento-aquèl-espectador-trueno-texto-en-ese-rincòn, flujo intenso del deseo creador. El trabajo de Daniel Gimènez Cacho-La Chica del Bar-Laura Almela-Rodrigo Espinosa-El Chico de la Taquilla-David Olguìn-Gabriel Pascal, entre otros, me recuerda (a mì, el campeón del soliloquio en la tierra de los solitarios), además de a Grotowsky, a Artaud y a Brook, me recuerda un libro de Italo Calvino, Lecciones Americanas, uno màs de mis queridos fantasmas. Las casi seis propuestas estèticas para la literatura del nuevo milenio, en este ejercicio, las expropiamos al teatro.

1.     Levedad: El Macbeth es sin duda una tragedia oscura, cruenta y barroca, en la que “la vida no es màs que una sombra que camina”. La triple Hècate psicopompa comanda la brama, la cobardìa, la brutalidad y la arrogancia de los personajes. Éstos son ambiciosos, complejos y ambigüos, sedientos de poder. Ahora bien, se nos permita una pequeña digresiòn. La solemnidad es signo de estupidez nos dijo una amiga que dijo Ortega y Gasset. Por miedo a menudo nos endurecemos en la solemnidad y es la solemnidad uno de los refugios favoritos del poder. El teatro por el contrario es màs bien juego, libertad creadora, un preciso abandonarse saltimbanco. Es en este sentido en el que se muestra la sabiduría de la “milagrosa” puesta en escena. De hecho, incluso en los momentos màs densos del montaje, somos libres de volar, de “hacer el ágil salto repentino, como el poeta filòsofo que se alza sobre la pesadez del mundo, demostrando que su gravedad contiene el secreto de la levedad”. El juego es muy serio pero siempre un juego es. Todo es simple y honesto (hasta las botas Crucero), jamàs pretenden engañarnos, todo està a la vista, simplemente nos invitan a jugar con la vitalidad y belleza de la apuesta que hacen desde su vorticoso jugar, nada màs.

          2.     Rapidez: No es simplemente una cuestión de velocidad y aceleración. Calvino utiliza para explicarla la fòrmula Augusta Festina Lente, apresúrate lentamente, y es que aunque se trata, sin duda, de una cuestión de ritmo y variación (por ejemplo en los velocìsimos cambios de espacio y personajes), la rapidez tiene tambièn que ver con distancias concretas, con recorridos, con la velocidad con la que una variación conduce a otra. No es solamente la historia de un viaje, sino tambièn aquel viaje en el viaje, y màs aun, la pausa que suscita y contiene todos esos viajes. Gimènez Cacho es un maestro en este arte, un gesto suyo, pequeñìsimo, diminuto, rapidìsimo, es capaz de llevarnos muy lejos. Tambièn Laura sorprende, encanta, embruja. Aunque su energía es completamente distinta, sus invocaciones son aterradoras y su dolor, lejanísimo.

         3.     Exactitud: En su sentido màs simple y general quiere decir hecho con cuidado, con cura (¿amor?), bien hecho pues. Una exacta, precisa y rica partitura de cuerpos en vibraciòn, que sòlo en raros momentos se estratifica en sonsonete. Ademàs, el Macbeth es exacto porqué se actualiza en un Mèxico-Mundo que padece con violencia las ambiciones de aquellos que hacen del poder obsesión. Siguiendo a Machiavelli, decimos que ninguna acciòn està en nuestro poder si la virtud no es suficiente y la ocasiòn no es propicia, mientras que cualquier acción està a nuestro alcance si la virtud se prepara y se aferra el divino kairos. Los actores jóvenes, inexpertos e inseguros, solemos, en nombre de la exactitud y como efecto de la tensiòn, aferrarnos a la precisión de la estructura construìda, sin embargo, en esa isla la muerte merodea, petrifica, mecaniza en docma. Exacto, preciso, en el teatro que es el arte de la vida presente, quiere decir tambièn abierto, elástico, capaz de integrar cada estìmulo en el concatenamiento de la ficción sin destruirla. Laura-Gabriel-Daniel-Rodrigo lo hacen todo el tiempo, juegan con todas las dimensiones que entran en el espacio (incluso el idiota que tomaba fotografías con flash), asì la línea que divide la realidad de la ficciòn se desdibuja, no sabemos decir con certeza si està lloviendo o si estamos soñando, si somos sòlo espectadores o si estamos creando también nosotros estos mundos.
         4.     Visibilidad: Retomando la última frase, una obra de arte, como lo es El Macbeth de El Milagro, nos emociona y kantianamente, nos da mucho para pensar. Para nosotros es además un daño, una herida que reordena nuestros modos de percibir, los enturbia o los aclara. El signo exige y sugiere esfuerzos de la imaginaciòn, abre sorprendentes umbrales de comunicaciòn entre lo abstracto y lo concreto, entre los espìritus y las carnes. El arte del teatro sabe volver visible lo invisible; ya los veràn escuchando ustedes si van y escuchan: la brisa en los campos escoceses, la indecisiòn en el castillo, la capa del rey, la cabeza ensangrentada de Bancuo, el miedo y el placer que enloquecen a la cruenta Lady Macbeth, la armadura arrogante del poderoso, todo se mezcla en el caldero de las brujas que tienes en la cabeza y en la piel.

           5.     Multiplicidad: Para Aristòteles, la tarea del poeta no es decir aquello que sucedió, su labor es la de narrar aquello que podría suceder, según verosimilitud y necesidad. En otras palabras, a la poesía, a la creación, competen los universales, mientras que a la historia interesan los particulares, aquellos eventos que tuvieron lugar. Vayamos, quizás a tientas, un poco màs alla de dònde nos deja la Poètica. ¿Màs allà o màs aca? Y es que sòlo en el singular, en el ejemplo, solamente desde la forma precisa es posible abstraer aquello que llaman una singularidad universal. En una lògica paradòjica, los universales son limitados, estàn en tensiòn, como anclados al territorio y al presente. Son màs polifonìas, polisemias y politeismos que un “Macbeth en general”. Ni siquiera el puro texto de Shakespeare, aunque se acerque, es un “Macbeth en general”; Macbeth podrìa perder su voz, volverse mujer y luego transformarse en una parva de alacranes que son devorados por golondrinas. Fin. No existe un Macbeth modelo sobre el que todos los demás se configuran. Al màximo podemos imaginar un Macbeth mínimo, un embrión de tragedia probablemente irreconocible. Lo que para nosotros tiene valor, además de todos los concatenamientos de multiplicidades que hemos ya mencionado, es la capacidad de dejar abiertas para el espectador las puertas, no sòlo como niveles de lectura, sino también como alteridades posibles, como alternativas que màs que revelar el universal de la idea, la dislocan colocàndola aquí, ahora, delante de ti, actualizándose y actualizando los mundos.
           6.     Consistencia: Efecto de efectos es la última propuesta que quedo sin desarrollar por Calvino. Categoría sensible, resultante de la red de relaciones. Para algunos lectores seràn ya evidentes las resonancias y los reclamos a mil planos. Cada creación nos genera una impresión general de sostenerse en pie o de caer, de ser o no consistente. Por otra parte, si la obra tiene consistencia, entonces esta puede ser porosa, sòlida, lìquida, gaseosa, gelatinosa, o muchas de estas cosas a la vez. Orgànica puede ser una consistencia, mineral o metàlica, otras. Nombrar la consistencia de una obra es efecto de efectos pero es también un acto de creación, es crear un nuevo juego de relaciones. Esperamos con estas líneas de reflexiones enredadas, expresar la que fuera para nosotros la consistencia del Macbeth en El Milagro. Un montaje que sabe de juego y amargo fuego, que suena a dolorosa tormenta, a terrible caldero de ambiciones. Eso, tal vez, es lo que nos resta, la consistencia del embrujo terrible del poder, del canto de las brujas que resuena en la cabeza mientras volvemos a casa, en silencio, bajo la lluvia nocturna del domingo.

La Tragedia de Macbeth
Teatro El Milagro, Milàn 24, Col. Juàrez.
Funciones J y V: 20hrs., S: 19hrs., D: 18hrs.
Boletos 200$
(Se aconseja reservar, o si lo prefiere, puede esperar en un Milagro)


Con Laura Almela y Daniel Gimènez Cacho
Direcciòn de David Olguìn
Espectacular Diseño Sonoro en directo por Rodrigo Espinosa
Diseño de Luces de Gabriel Pascal



domenica, luglio 15, 2012

MISERICORDIA


De Hugo Alfredo Hinojosa
Direcciòn de Daniel Gimènez Cacho
CNT

   
Miserere di me, exclama Dante. Ha visto una sombra que lo aterra. Es la sombra de Virgilio en las puertas del Infierno. El cielo plúmbeo no para de sollozar. Todo el dìa llovizna. Vamos al teatro. Misericordia se llama la obra. Misericordia se llama la daga corta renacentista de doble filo y hoja robusta que atraviesa la malla de los heridos y agonizantes. Daga que regala el golpe final, la gracia. Misericordia, como la Piedad y la Compasión, formas pervertidas por los rectos abusos de la Iglesia de piedra. Misericordia, ten compasión, por piedad, basta ya.
   En otros tiempos, cuándo la Tierra giraba más despacio, esta palabra designaba, para los hebreos, una alianza entre el fuerte y el débil. Para los latinos, miserere cor-cordis era un profundo lamento del corazòn, una sùplica que conmociona, y para los griegos, eleos, que se une al temor de sufrir los mismos males, al horror de encontrarse un dìa en la misma tràgica situaciòn. Y es que la misericordia, como la compasiòn, no pueden no conectarse con el cuerpo del hacer sagrado el sacrificio: la dimensión de la tragedia.

   Recordamos a una maestra (y a un maestro) que admiràbamos mucho, a una maestra y a un maestro que admirábamos mucho y que ahora no admiramos tanto, cuando una vez durante una lección nos dijeron que la dimensión trágica hoy en dìa resulta inaccesible. En otras palabras que no era posible escribir, representar o experimentar una tragedia, antigua o moderna. Durante muchos años compartì su visiòn, me parecía, mirando y mirando, que en nuestros tiempos no se podìa llegar màs allà de un drama excelente. Quisiera seguir afirmando que tenìamos razòn, sin embargo erràbamos, nuestro juicio erraba. Hugo Alfredo Hinojosa, Gimènez Cacho y las mujeres de la Compañía Nacional de Teatro nos muestran nuestro errar. Y lo hacen sì, sin misericordia, por desgracia, despedazando de nuevo el corte entre la víctima y el verdugo, empujándonos (a pesar que no soportamos que nos empujen, sobre todo en el teatro), lo hacen soliviantando a las suplicantes, crucificando a las torturadoras, todas mujeres, todas mexicanas, todas muertas.
   “Con este trabajo gritamos nuestro dolor. Con este dolor hacemos nuestro trabajo” escribe el director. Asì pues valiente, preciso y generosísimo el trabajo de todas las actrices (cierto que Érika de la Llave es para nosotros un misterio de potencia absoluta; suplicamos perdòn por la injusticia). El diseño de movimiento corporal, creado por Lorena Glinz, es otra parte importante en éste coro trágico, al que acompañan, claras y eficaces, las luces del maestro Amand y los vestuarios en rojo de Anna Terrazas. El todo-mùltiple lo integra, con sensibilidad e inteligencia, la dirección de Daniel Gimènez Cacho, por demàs honesta y comprometida (aunque por momentos lo he imaginado superado por las monstruosas capacidades de sus actrices).
 
Concluìmos pues nuestro ejercicio con un pequeño lamento: Lástima si justamente antes del final, cuando ya no podemos màs, làstima que nos regalen una tregua: un cierto abandono a la esperanza y a la música que prepara el triste, el aihmè inevitable automatismo, el aplauso del público. Se trata de un trabajo justo y digno, se trata de una tragedia contemporánea y de las realidades que lo acompañan; a nuestro aviso se merecerìa un insondable silencio.

MISERICORDIA
De Hugo Alfredo Hinojosa
Direcciòn Daniel Gimènez Cacho
Con Julieta Egurrola, Rocìo Leal, Teresa Ràbago, Érika de la Llave, Ana Ligia Garcìa, Gabriela Nùñez, Renata Ramos y Carmen Mastache.
Jueves y viernes, 20:00 hrs.
Sàbado y domingo, 13:00 y 18:00 hrs.
Teatro Casa de la Paz. Cozumel 33. Col. Roma.

 Pd.- Memorable el consuelo que recibió de su pareja mi sollozante vecina de butaca: “Ya, tranquila, no es de verdad”.