Reflexiones sobre M: Marcha, Movimiento, Milagro, Multiplicidad, Mèxico y Macbeth.
M. Una obra sin nombre, un país sin nombre, un milagro sin nombre, una
revoluciòn sin nombre. La mañana es propicia. Allà afuera el sol brilla y enormes
nubes blancas juegan al contrapunto con el azul del cielo, sin embargo aquí, adentro,
por dentro, estoy lleno de alacranes.
Sueño que la Manifestación de hoy es un bosque, que el bosque de
Birnan camina en la oscuridad, que suben los pinos al monte de Dunsinane. Luego,
El Milagro. Llegamos suficientemente temprano. El gentil encargado nos pregunta
si tenemos reservación, por supuesto que no. Lo màs que puede hacer por
nosotros es dejarnos en el último lugar de una larga lista de espera, en ella
inscribe nuestros nombres, impronunciables, incorrectos.
Hay mucha gente y màs gente sigue llegando. Asì pues, buscamos
consuelos en dulces fantasìas detrás de la barra , leemos, esperamos. Llaman
nombres pero nunca los nuestros y poco a poco perdemos la esperanza sin
desesperar. Ocupados en imaginar, no nos
movemos de un foyer que espuma de belleza,
de crema y nata, de nombres grandes y pequeños. De improviso, un viejo sufre un
malestar, tiene que irse, tiene un boleto. Despacio, con cercana parsimonia, con una claridad
que contrasta con la expectación agolpada en el aire, escucho terso resonar el
sonido de mi nombre.
El espacio de El Milagro està vacìo: black box. Solamente dos hileras
de sillas se enfrentan como en un estadio, como en un campo de juegos. Se
cierran las puertas, las luces se apagan de golpe. Desde el seno oscuro nacen
murmullos, voces luego. La llama de una vela enciende la sorpresiva presencia
de los actores. Pausa. Un amigo, que ya no quiere ser mi amigo, utiliza una
bella cuanto desafortunada metáfora vertical para explicar lo que estaba por
suceder: entonces, descendiò el teatro. Descendiò o manò desde las
profundidades, o mejor, se construyò en el espacio de un “entre”, en la
distancia tensa entre seres comprometidos con estar en la relaciòn. A veces
intersticio, a veces abismo, otras veces, quizàs, comuniòn, la relación es siempre
relaciones, concatenamientos: actriz-actor-frìo-pavimento-aquèl-espectador-trueno-texto-en-ese-rincòn,
flujo intenso del deseo creador. El trabajo de Daniel Gimènez Cacho-La Chica
del Bar-Laura Almela-Rodrigo Espinosa-El Chico de la Taquilla-David Olguìn-Gabriel
Pascal, entre otros, me recuerda (a mì, el campeón del soliloquio en la tierra
de los solitarios), además de a Grotowsky, a Artaud y a Brook, me recuerda un
libro de Italo Calvino, Lecciones
Americanas, uno màs de mis queridos fantasmas. Las casi seis propuestas
estèticas para la literatura del nuevo milenio, en este ejercicio, las
expropiamos al teatro.
1. Levedad: El Macbeth es sin duda
una tragedia oscura, cruenta y barroca, en la que “la vida no es màs que una
sombra que camina”. La triple Hècate psicopompa comanda la brama, la cobardìa,
la brutalidad y la arrogancia de los personajes. Éstos son ambiciosos,
complejos y ambigüos, sedientos de poder. Ahora bien, se nos permita una pequeña digresiòn. La solemnidad es signo de
estupidez nos dijo una amiga que dijo Ortega y Gasset. Por miedo a menudo nos
endurecemos en la solemnidad y es la solemnidad uno de los refugios favoritos
del poder. El teatro por el contrario es màs bien juego, libertad creadora, un
preciso abandonarse saltimbanco. Es en este sentido en el que se muestra la
sabiduría de la “milagrosa” puesta en escena. De hecho, incluso en los momentos
màs densos del montaje, somos libres de volar, de “hacer el ágil salto
repentino, como el poeta filòsofo que se alza sobre la pesadez del mundo,
demostrando que su gravedad contiene el secreto de la levedad”. El juego es muy
serio pero siempre un juego es. Todo es simple y honesto (hasta las botas
Crucero), jamàs pretenden engañarnos, todo està a la vista, simplemente
nos invitan a jugar con la
vitalidad y belleza de la apuesta que hacen desde su vorticoso jugar, nada màs.
2. Rapidez: No es simplemente una
cuestión de velocidad y aceleración. Calvino utiliza para explicarla la fòrmula
Augusta Festina Lente, apresúrate
lentamente, y es que aunque se trata, sin duda, de una cuestión de ritmo y
variación (por ejemplo en los velocìsimos cambios de espacio y personajes), la
rapidez tiene tambièn que ver con distancias concretas, con recorridos, con la
velocidad con la que una variación conduce a otra. No es solamente la historia
de un viaje, sino tambièn aquel viaje en el viaje, y màs aun, la pausa que
suscita y contiene todos esos viajes. Gimènez Cacho es un maestro en este arte,
un gesto suyo, pequeñìsimo, diminuto, rapidìsimo, es capaz de llevarnos muy
lejos. Tambièn Laura sorprende, encanta, embruja. Aunque su energía es
completamente distinta, sus invocaciones son aterradoras y su dolor,
lejanísimo.
3. Exactitud: En su sentido màs
simple y general quiere decir hecho con cuidado, con cura (¿amor?), bien hecho
pues. Una exacta, precisa y rica partitura de cuerpos en vibraciòn, que sòlo en
raros momentos se estratifica en sonsonete. Ademàs, el Macbeth es exacto porqué
se actualiza en un Mèxico-Mundo que padece con violencia las ambiciones de
aquellos que hacen del poder obsesión. Siguiendo a Machiavelli, decimos que ninguna
acciòn està en nuestro poder si la virtud no es suficiente y la ocasiòn no es
propicia, mientras que cualquier acción està a nuestro alcance si la virtud se
prepara y se aferra el divino kairos.
Los actores jóvenes, inexpertos e inseguros, solemos, en nombre de la exactitud
y como efecto de la tensiòn, aferrarnos a la precisión de la estructura
construìda, sin embargo, en esa isla la muerte merodea, petrifica, mecaniza en
docma. Exacto, preciso, en el teatro que es el arte de la vida presente, quiere
decir tambièn abierto, elástico, capaz de integrar cada estìmulo en el
concatenamiento de la ficción sin destruirla. Laura-Gabriel-Daniel-Rodrigo lo
hacen todo el tiempo, juegan con todas las dimensiones que entran en el espacio
(incluso el idiota que tomaba fotografías con flash), asì la línea que divide
la realidad de la ficciòn se desdibuja, no sabemos decir con certeza si està
lloviendo o si estamos soñando, si somos sòlo espectadores o si estamos creando también
nosotros estos mundos.
4. Visibilidad: Retomando la última
frase, una obra de arte, como lo es El Macbeth de El Milagro, nos emociona y
kantianamente, nos da mucho para pensar. Para nosotros es además un daño, una
herida que reordena nuestros modos de percibir, los enturbia o los aclara. El
signo exige y sugiere esfuerzos de la imaginaciòn, abre sorprendentes umbrales
de comunicaciòn entre lo abstracto y lo concreto, entre los espìritus y las
carnes. El arte del teatro sabe volver visible lo invisible; ya los veràn
escuchando ustedes si van y escuchan: la brisa en los campos escoceses, la
indecisiòn en el castillo, la capa del rey, la cabeza ensangrentada de Bancuo, el miedo y el
placer que enloquecen a la cruenta Lady Macbeth, la armadura arrogante del
poderoso, todo se mezcla en el caldero de las brujas que tienes en la cabeza y
en la piel.
5. Multiplicidad: Para Aristòteles,
la tarea del poeta no es decir aquello que sucedió, su labor es la de narrar
aquello que podría suceder, según verosimilitud
y necesidad. En otras palabras, a la poesía, a la creación, competen los
universales, mientras que a la historia interesan los particulares, aquellos
eventos que tuvieron lugar. Vayamos, quizás a tientas, un poco màs alla de
dònde nos deja la Poètica. ¿Màs allà
o màs aca? Y es que sòlo en el singular, en el ejemplo, solamente desde la
forma precisa es posible abstraer aquello que llaman una singularidad universal.
En una lògica paradòjica, los universales son limitados, estàn en tensiòn, como
anclados al territorio y al presente. Son màs polifonìas, polisemias y
politeismos que un “Macbeth en general”. Ni siquiera el puro texto de
Shakespeare, aunque se acerque, es un “Macbeth en general”; Macbeth podrìa
perder su voz, volverse mujer y luego transformarse en una parva de alacranes
que son devorados por golondrinas. Fin. No existe un Macbeth modelo sobre el
que todos los demás se configuran. Al màximo podemos imaginar un Macbeth mínimo,
un embrión de tragedia probablemente irreconocible. Lo que para nosotros tiene
valor, además de todos los concatenamientos de multiplicidades que hemos ya
mencionado, es la capacidad de dejar abiertas para el espectador las puertas,
no sòlo como niveles de lectura, sino también como alteridades posibles, como alternativas
que màs que revelar el universal de la idea, la dislocan colocàndola aquí,
ahora, delante de ti, actualizándose y actualizando los mundos.
6.
Consistencia: Efecto de efectos es la última propuesta que quedo sin
desarrollar por Calvino. Categoría sensible, resultante de la red de
relaciones. Para algunos lectores seràn ya evidentes las resonancias y los
reclamos a mil planos. Cada creación nos genera una impresión general de
sostenerse en pie o de caer, de ser o no consistente. Por otra parte, si la
obra tiene consistencia, entonces esta puede ser porosa, sòlida, lìquida,
gaseosa, gelatinosa, o muchas de estas cosas a la vez. Orgànica puede ser una
consistencia, mineral o metàlica, otras. Nombrar la consistencia de una obra es
efecto de efectos pero es también un acto de creación, es crear un nuevo juego
de relaciones. Esperamos con estas líneas de reflexiones enredadas, expresar la
que fuera para nosotros la consistencia del Macbeth en El Milagro. Un montaje
que sabe de juego y amargo fuego, que suena a dolorosa tormenta, a terrible
caldero de ambiciones. Eso, tal vez, es lo que nos resta, la consistencia del
embrujo terrible del poder, del canto de las brujas que resuena en la cabeza
mientras volvemos a casa, en silencio, bajo la lluvia nocturna del domingo.
La Tragedia de Macbeth
Teatro El Milagro, Milàn 24, Col. Juàrez.
Funciones J y V: 20hrs., S: 19hrs., D: 18hrs.
Boletos 200$
(Se aconseja reservar, o si lo prefiere, puede esperar en un Milagro)
Con Laura Almela y Daniel Gimènez Cacho
Direcciòn de David Olguìn
Espectacular Diseño Sonoro en directo por Rodrigo Espinosa
Diseño de Luces de Gabriel Pascal
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